Y yo quiero ser...Física Experimental
(Por
Ángela Mediavilla Trabada)
Escucha música mientras lees, vete al final.
La curiosidad
¿Qué es un físico? Si tuviésemos que responder a esta pregunta, sin duda diríamos que ante
todo es un ser curioso.
Cuando somos
niños, alrededor de los cuatro años de edad, sentimos un impulso que nos lleva
a una explosión de porqués. “Mamá ¿por qué el cielo es azul?”. “Papá, ¿por qué
flotan los barcos?”. Y así sucesivamente. Este elevado número de preguntas
vuelve locos a nuestros padres y a todos los que nos rodean. Lamentablemente
con los años esta curiosidad, esta sensación de maravilla y sorpresa ante el
mundo, se extingue en algunas personas. Puede que, por la fuerza de la
costumbre, nuestro entorno deje de impresionarnos y nos refugiemos en la excusa
del “siempre ha sido así”. El hielo siempre ha flotado sobre el agua a pesar de
ser sólido, el Sol siempre ha salido por el Este al amanecer, la lluvia siempre
ha caído hacía abajo, mi café siempre se enfría si espero unos minutos… Pues
bien, un físico no acepta el argumento del “siempre ha sido así”. Los
científicos cuestionan cada uno de estos fenómenos y, lo que es más importante,
intentan darles una explicación razonada, sin recurrir a mitos o leyendas.
El método científico
El método
científico, es una aproximación al estudio de la realidad, a la búsqueda de
respuestas a esos porqués, a través de un enfoque empírico y deductivo, es
decir, mediante la experimentación. Todo experimento que se precie debe ser
repetible y refutable. Repetible en el sentido de que cualquier persona, en
cualquier lugar, pueda reproducirlo obteniendo resultados idénticos. Refutable
en el sentido de que admita la posibilidad de que diferentes diseños en los que
se tengan en cuenta parámetros distintos puedan matizar los resultados previos
o incluso desmentirlos. Los físicos huyen de las verdades absolutas, dejando la
puerta abierta a nuevos descubrimientos o enfoques, siempre que éstos estén
razonados y sean demostrables. Ésta es una de las grandes fortalezas de la ciencia,
que se revisa continuamente a sí misma, que no es pretenciosa ni absolutista,
que no se cree en posesión de la verdad, sino que se aproxima a ella,
actualizándose, dudando continuamente.
Las unidades
Siempre que
hablamos de experimentar hablamos de medir, y medir es comparar. Cuando una
persona dice que tiene una masa de 75 kilogramos, está comparando su masa con
la de 1 kilogramo y diciendo que es 75 veces la de éste. Por eso muy pronto los
seres humanos se dieron cuenta de que era muy importante tener unidades,
cantidades estandarizadas con las que comparar cada magnitud física o propiedad
medible. Imaginemos que tienes un amigo en Groenlandia con el que solo te
comunicas por teléfono y queréis comparar vuestras alturas. Ninguno de los dos
tiene una cinta métrica disponible, así que decidís usar las palmas de vuestras
manos. Suluk te dice que su altura son 9 palmos y tú aseguras que la tuya son
10. ¿Significa eso que tú eres más alto? No tiene por qué. Ten en cuenta que
nunca habéis comparado las palmas de vuestras manos y no sabéis si son iguales
(requisito fundamental para usarlas como unidad de medida). Hagamos una pequeña
cuenta, supongamos que la palma de tu mano mide 18 cm y la de Suluk 20 cm:
-Tu altura será: 10 palmos · 18
cm/palmo = 180 cm = 1,8 m
-La de Suluk será: 9 palmos · 20
cm/palmo = 180 cm =1,8 m
¡Suluk y tú tenéis la misma
estatura!
Los
científicos necesitaban poseer una referencia universal y única con la que
comparar sus mediciones, por eso se crearon los sistemas de unidades.
Actualmente usamos el Sistema Internacional, que está compuesto de siete
unidades de medida básicas que sirven para medir siete magnitudes fundamentales
[1].
El resto de
magnitudes se denominan derivadas y pueden expresarse en función de las siete
anteriores. Esto hace imprescindible definir de forma rigurosa cada una de las
unidades fundamentales. Veamos cuáles son las definiciones de algunas de ellas.
El metro
Volviendo al
problema de estatura con nuestro amigo Suluk, lo ideal sería usar ambos el
metro como unidad de medida para comparar nuestras alturas, pero no tenemos
cintas métricas a mano, debemos fabricarlas. Para fabricar un metro podemos
usar una cinta de tela pero… no podemos hacerlo sin una referencia. El metro
original fue definido en 1792 por la Academia de las Ciencias de Francia como
la diezmillonésima parte de la distancia que separa el Polo Norte de la línea
del ecuador, a través de la superficie terrestre. Como no resulta cómodo tender
una cuerda desde el Polo hasta el ecuador y partirla en diez millones de
fragmentos cada vez que se quiera fabricar una cinta métrica, en 1889 la
Comisión Internacional de Pesos y Medidas creó una barra patrón de platino e
iridio con dos muescas en su superficie que estaban separadas exactamente un
metro. Esta medida debía tomarse como referencia en unas condiciones
ambientales determinadas, (recordemos que los metales se dilatan cuando aumenta
la temperatura). Tener que ir hasta la Oficina de Pesos y Medidas en Sèvres, a
las afueras de París, cada vez que queramos fabricar un metro resulta poco
práctico, además hay que tener en cuenta que la barra original envejece y se
desvirtúa con el tiempo. Necesitamos algo que sea asequible, universal y que no
varíe, para que cualquier científico en cualquier parte del mundo pueda
reproducirlo. Por todo esto, desde 1983 el metro se define usando luz, que
tiene una velocidad constante en el vacío como bien apuntó Albert Einstein y un
reloj muy preciso. Un metro es la longitud del trayecto recorrido en el vacío
por la luz durante un tiempo de 1/299792458 de segundo [1].
El kilogramo
Para la unidad
fundamental de masa se conserva en la misma Oficina de Pesos y Medidas un
patrón de forma cilíndrica, con altura y diámetro iguales (39 mm), formado por
una aleación de platino e iridio cuya masa es de exactamente un kilogramo [1].
Existen varias reproducciones oficiales que se utilizan para calibrar todo tipo
de básculas e instrumentos. Su cuidado exige que se almacene en unas
condiciones ambientales estrictas y su limpieza y manipulación requieren un
complicado protocolo para no desgastarlo o dañarlo. Actualmente es la única
unidad fundamental que todavía se basa en un patrón y no en propiedades o
características físicas fundamentales. Se está intentando cambiar esta
definición para no depender de un objeto físico concreto [2].
El segundo
Desde el
principio de los tiempos los seres humanos han usado los fenómenos astronómicos
para medir el tiempo, buenos ejemplos de ello son el día y la noche o las
estaciones. Anteriormente el segundo era definido como una fracción de tiempo
del año solar medio, se usaba la cantidad de tiempo que la Tierra tarda en dar
una vuelta completa alrededor del Sol y se dividía en muchas partes iguales
llamadas segundos. Lamentablemente los ciclos astronómicos resultan no ser
absolutamente precisos, y sus periodos cambian, aunque sea mínimamente, con el
transcurso de los años. Como ya hemos visto, se necesita una definición muy
exacta e invariable. Actualmente el segundo es la duración de 9192631770
periodos de la radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles
hiperfinos del estado fundamental del átomo de cesio 133, en reposo y a una
temperatura de 0 K [1]. Expliquemos esta obtusa definición, los átomos son los
ladrillos que forman la materia y están compuestos a su vez de partículas más
pequeñas, electrones, protones y neutrones. Los electrones se encuentran en niveles
u orbitales, podríamos describirlos como “carriles” por los que se mueven dando
vueltas alrededor de un núcleo en el que se encuentran los protones y
neutrones. Dependiendo del carril u orbital por el que se muevan, los
electrones tienen una energía determinada y a veces “saltan” de un carril a
otro. Si el nuevo requiere menos energía que el anterior, el electrón libera la
que le sobra en forma de radiación. Esta
radiación es una onda de una frecuencia muy precisa, lo que significa que los
intervalos de tiempo entre sus oscilaciones (o periodos) son fijos, y puede
usarse como reloj.
El mol
El mol es la
cantidad de sustancia de un sistema que contiene tantas entidades elementales
como átomos hay en 0,012 kilogramos de carbono 12 [1]. El concepto de mol se
asemeja al de docena. Yo puedo comprar una docena de huevos (12 huevos) o una
docena de coches (12 coches). Una docena son 12 unidades. Un mol es una
cantidad algo mayor de unidades, concretamente 6,02214129 · 1023 unidades,
o lo que es lo mismo, más de seiscientos dos mil trillones de unidades.
Teniendo en cuenta que la población mundial cuenta con más de 7000 millones de
personas [3], necesitaríamos multiplicarla por unos 100 billones para llegar a
tener un mol de personas. Puede deducirse que esta cantidad tan grande es poco
práctica para la vida cotidiana, pero muy útil cuando contamos átomos,
moléculas o células, entidades minúsculas. Por poner un ejemplo, debido a su
pequeño tamaño se estima que un ser humano puede estar compuesto de decenas de
miles de billones de células [4].
Conclusiones
Con esta
pequeña introducción al mundo de las unidades he intentado transmitir la idea
de lo increíblemente laborioso y delicado que es el trabajo de un físico
experimental. Debemos ser rigurosos a la hora de medir la realidad, de
acercarnos al mundo. Es el deber de todo científico encontrar las respuestas a
los interrogantes más básicos de la naturaleza. Puede parecer que este trabajo
deriva simplemente en la satisfacción de una curiosidad innata en el ser
humano, sin embargo, a raíz de los descubrimientos de la ciencia básica surgen
infinidad de aplicaciones prácticas. Por ejemplo Wilhelm Roentgen en 1895,
desarrollando una investigación con tubos catódicos, descubrió los rayos X [5].
A partir de ese momento fue posible observar el interior del cuerpo humano sin
necesidad de causar un solo rasguño al paciente. Rudolf Ladenburg, en 1928,
observó experimentalmente la primera evidencia de emisión estimulada de
radiación, lo cual se quedó en una curiosidad de laboratorio [6]. Años más
tarde usando este fenómeno se construyó el primer láser. Hoy sus aplicaciones
son muy numerosas, desde lectores de DVD, hasta cirugía ocular, pasando por la
holografía. Además, no debemos olvidar que aparte de las aplicaciones prácticas,
las recompensas son infinitas, pues el saber, el conocer, el descubrir, aporta
una dicha al ser humano que no es comparable a ninguna otra sensación.
¿Algún curioso
en la sala?
Referencias:
[1]
Oficina Internacional de Pesas y Medidas, “El Sistema Internacional de Unidades
(SI)”. 8ª Edición 2006. Centro Español de Metrología.
[2] PTB mitteilungen, “Edición especial –
Experimentos para el Nuevo SI, el Sistema Internacional de Unidades”. Berlin, E2016. 126,
pp. 63–85. 2016.
[3] https://www.census.gov/popclock/
[3] https://www.census.gov/popclock/
[4]
Bianconi, E., Piovesan, A., Facchin, F., Beraudi, A., Casadei, R., Frabetti,
F., .... “An estimation of the number of cells in the human body”. Annals
of human biology, 40(6), 463-471. 2013.
[5] Kendall
Haven. 100 greatest science discoveries of all time. Libraries Unlimited. 2007.
ISBN: 9781591582656
[6]
Mario Bertolotti. The History of the Laser. CRC Press. 2004. ISBN:
9780750309110
Ángela Mediavilla Trabada
Licenciada
en Física e Ingeniera de Telecomunicaciones.
Profesora en la Universidad de
Burgos y del Colegio Liceo Castilla en Burgos.
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