Y yo quiero ser...Inventor
(Por
Juan Carlos Sáenz-Díez Muro)
Escucha música mientras lees, vete al final.
Yo quiero ser,
y soy, inventor. Qué le voy a hacer, si es lo que me gusta, y además parece que
se me da bien. Voy a contar mi experiencia, esperando que sirva de motivación
para unos, y de guía para otros (de lo que pueden hacer, o de lo que no 😉). En realidad inventar
es una actividad puramente de ingeniería: se emplea el ingenio, junto a los
conocimientos científicos y técnicos, la experiencia, la observación, y el
esfuerzo, para tratar de encontrar nuevas soluciones a problemas existentes.
Vamos, una buena definición de lo que es Ingeniería.
De hecho, el
grupo con el que desarrollo las invenciones, el Grupo de Modelado Y Simulación
en Ciencia e Ingeniería de la Universidad de La Rioja, está formado por
ingenieros de todo tipo y condición: ingenieros eléctricos, mecánicos, el
electrónica y automática, de sistemas, de telecomunicaciones, etc., aunque a
decir verdad, para esta actividad cualquier aportación puede ser buena, y no
despreciaríamos la ayuda de matemáticos, físicos, o incluso de cualquier persona
con titulación de letras, sin titulación de ningún tipo, y hasta de niños
(nuestros hijos han llegado a aportarnos ideas muy interesantes) para colaborar
en la búsqueda de soluciones, sobre todo en las labores iniciales de búsqueda
de problemas y lluvia de ideas de soluciones.
¿Y en qué consiste
ser inventor? Pues básicamente consiste en buscar algún problema existente,
estudiar las posibles soluciones que ya existen para ese problema, y las
ventajas e inconvenientes de esas soluciones, para aplicar la actividad
inventiva en busca de una nueva solución que mejore lo ya existente. Muchas
veces esas labores son premeditadas, y otras simplemente llega la idea para
algún problema al que les has estado dando vueltas mucho tiempo anteriormente.
Si la
invención es suficientemente sólida y estamos seguros de que es explotable,
entonces hay que patentarla, teniendo en cuenta los gastos que ello conlleva y
también que a veces buenos inventos no llegan a materializarse en el mercado.
Pero si efectivamente lo que hemos inventado triunfa, tendremos prioridad sobre
el invento durante 20 años en los países en los que lo hayamos patentado, y
podremos o bien explotarlo nosotros o bien licenciar la patente para que la
explote otro (normalmente una empresa experta en el sector). Hay quienes
prefieren no hacer la patente incluso en inventos claramente explotables,
básicamente por dos motivos. Unos porque prefieren compartir su invención con
el resto del mundo renunciando a esa prioridad. Nosotros creemos que eso es un
error, pues precisamente la prioridad es una recompensa por haber compartido el
conocimiento de tu invención, y porque los beneficios pueden emplearse para
desarrollar nuevas invenciones (además de para vivir, que los ingenieros somos
profesionales, que aportamos nuestros conocimientos como profesión, para vivir
de ello). Otros no patentan para mantener el “secreto industrial”, ya que
cuando se patenta algo hay que proporcionar TODA la información que haga falta
para poderlo fabricar (hay que compartir plenamente la información), y pasado
el tiempo de prioridad esa información la puede emplear cualquier persona.
De lo que
acabo de comentar puede deducirse que una patente no consiste simplemente en
tener la idea de un invento (al estilo de lo que saca de su bolsillo mágico
Doraemon 😉, sino
que tenemos que decir cómo se consigue fabricar esa idea. Por poner un ejemplo
(algo radical) no podemos patentar la idea de una cabina de teletransporte (la
“puerta mágica de Doraemon”) salvo que sepamos cómo hacer una.
A veces las
invenciones son ideas muy simples (lo que no impide que puedan ser
tremendamente eficaces), en cuyo caso exponer cómo se fabrica es muy sencillo o
incluso evidente, y otras veces son sistemas altamente complejos que requieren
una presentación técnica de gran nivel de dificultad.
Como ejemplo
de invención simple podemos poner un invento español bien conocido, la fregona,
aunque no sólo consistió en ponerle un palo al trapo de limpiar sino que además
incorporaba el sistema de “estrujarlo” para extraer el agua en el caldero. Otro
invento, también de aportación española, es el del caramelo con palo, lo que
hoy en día conocemos por la marca que lo comercializa (chupa-chups), y que en
realidad lo que hizo fue comercializar muy bien un producto, que no pudo
patentar, pero sí pudo hacerse con los derechos de las patentes que existían y
estaban en vigor, pues antes de su intento de patente existían otras (como la patente
nº 70454:¨Un sistema de confección de caramelos de diversos tamaños y formas
provistos de una espiga o mango, que penetrando parcialmente en la masa, queda
sólidamente unido a ella, pudiéndose utilizar el extremo libre como cogedor). También
como ejemplo de patente simple que me ha fascinado por su combinación de
simplicidad y utilidad, es la cisterna de inodoros que acabo de ver en mi
último viaje a Japón: una cisterna se llena después de cada uso del inodoro,
con agua potable, que se va a desperdiciar, y posteriormente nos lavamos las
manos en el lavabo con agua potable que también se pierde con ese uso; lo que
hace esta invención es incorporar un lavabo sobre la cisterna, con un grifo que
se activa al vaciarse la cisterna para llenarla de nuevo, como haría una
cisterna normal, pero en este caso se llena desde un grifo por encima que
permite lavarnos las manos con el agua con la que se llenará la cisterna y que
se empleará la siguiente vez que “tiremos de la cadena”. Sistema tremendamente
útil y sencillo, por el que me alegro que alguien haya podido conseguir una
buena recompensa, bien merecida.
Como ejemplos
de invenciones complejas, cuya descripción incluye complicadas conexiones de
elementos y dispositivos mecánicos, eléctricos y electrónicos, pondré alguna de
las nuestras, como “Interruptor automático de protección contra contactos
directos”, o “Central Eléctrica de baja tensión energizada con descargas
atmosféricas”, o “Bicicleta eléctrica regenerativa”, entre las muchas (ya
acercándonos a 100) que pueden verse en la OEPM. En realidad, si queréis ver
las patentes que he realizado, o las que ha realizado cualquier persona en
España, o las que existen en nuestro país sobre algún tema, basta con que
vayáis a la Web de la Oficina Española de Patentes y Marcas, y entréis dentro del apartado de bases de
datos de invenciones en la base Invenes.
Pero para
motivaros en esta apasionante dedicación de las invenciones, voy a
mostraros las 2 patentes más mediáticas hasta el momento de las desarrolladas
hasta ahora.
La primera de
ellas se denomina “Dispositivo avisador antirrobo del cableado eléctrico de un
alumbrado exterior”, ha sido realizado para el Ayuntamiento de Logroño, y
consiste en un sistema que detecta al instante y avisa del robo de cable de
alumbrado, uno de los mayores problemas de los ayuntamientos actualmente en
todo el país.
La segunda se
denomina “Dispositivo automático para inflado de neumáticos” y junto con su
patente complementaria, denominada “Procedimiento automático para inflado de neumáticos”,
fueron premiadas con la edición 2017 del Premio Ponle Freno AXA a la
Innovación, lo que ha constituido para nosotros como inventores un grandísimo
honor, especialmente en el momento de entrega del Premio, en el Palacio del
Senado, por el prestigioso presentados de Televisión Matías Prats y en
presencia de varios Senadores, Ministros y Directores Generales.
El invento
consiste en un dispositivo (como un tubo toroidal) en el interior del
neumático, cargado con aire a alta presión, que permite rellenar de aire el
neumático si es necesario, bien porque se haya pinchado o bien porque sea más
conveniente para la conducción, y por eso también puede reducirse la presión
del neumático para mejorar la conducción dependiendo de las características de
la carretera, sabiendo que se podrá volver a inflar al instante cuando se
necesite.
Juan Carlos Sáenz-Díez Muro
Doctor
Ingeniero Industrial
Universidad de la Rioja
Escucha música mientras lees.
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