Y yo quiero ser...Ambientóloga
(Por
Cristina Robas García)
Durante los
años previos a la universidad estuve totalmente desorientada y sin tener claro
qué podía estudiar. Me gustaban las ciencias pero no tenía ninguna preferencia
y no sabía por cuál decantarme. Todo cambió en el último curso, cuando mi
profesor de ciencias de la tierra, a través de sus experimentos, me hizo
disfrutar de cada una de sus clases y me descubrió una ciencia distinta a las
clásicas matemáticas, física, química o biología que había estudiado hasta
entonces. En esta ciencia se podían aplicar los conocimientos adquiridos en
todas las demás ciencias experimentales que tanto me interesaban, abriendo ante
mis ojos el abanico lleno de posibilidades que son las ciencias de la tierra y
ayudándome a comprender que me quería dedicar al estudio de lo que más me había
apasionado desde que era niña, lo más valioso que tenemos, nuestro hogar,
nuestro planeta. Lo que jamás habría imaginado es que mi interés por la
naturaleza y sus orígenes me llevarían tan lejos como hasta Marte, un planeta
fascinante para el estudio de cambios en las condiciones ambientales.
Ciencias ambientales
Es una ciencia
interdisciplinar cuyo objeto de estudio es el medio natural, que comprende el
conjunto de componentes físicos, químicos y biológicos con los que interactúan
los seres vivos. La persona graduada en Ciencias Ambientales recibe el nombre
de ambientólogo y posee un conocimiento detallado de nuestro entorno.
Gracias a una
formación multidisciplinar que le permite abordar los inconvenientes
ambientales desde distintas perspectivas, el ambientólogo lleva a cabo tareas
que pueden desempeñar especialistas de otras áreas, pero este lo hace de una
manera integrada, teniendo en cuenta los puntos de vista de las diferentes
ciencias, lo que le posibilita abarcar un amplio espectro laboral pudiendo
dedicarse, por ejemplo, a la elaboración de auditorías medioambientales, al
control y tratamiento de la contaminación acústica, atmosférica, de suelos y de
aguas, al diseño de sistemas integrados de gestión, a la educación ambiental, a
la energía, evaluación de impacto ambiental, gestión de recursos cinegéticos,
forestales e hídricos, gestión de residuos, gestión de Espacios Naturales
Protegidos, prevención de riesgos laborales, profesorado, investigación,
sistemas de información geográfica y teledetección, entre otros.
El estudio del
medio ambiente es esencial en los tiempos que corren, en los que existen
multitud de problemas que afectan de forma negativa a nuestro planeta, tales
como la fragmentación de hábitats, la incidencia de especies invasoras, el
cambio climático, la deforestación, los incendios forestales, la contaminación
del aire, agua y suelo, el ruido, los residuos, el uso de combustibles fósiles…
a los que se debe poner solución. Para ello es necesario conocer el origen de
estos fenómenos y aplicar medidas preventivas que eviten que se produzcan
efectos adversos sobre el medio, correctoras que anulen o minimicen el impacto
ya producido y compensatorias, que lo contrarresten.
Por ello, se
puede afirmar que ser ambientólogo es una profesión fascinante. No es sólo la
persona que estudia el entorno, es el médico del planeta, el que puede hacer un
diagnóstico de los problemas y buscarles una solución mediante el empleo de
modelos destinados a fomentar el desarrollo sostenible, que permitan satisfacer
las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de
satisfacer sus necesidades a las generaciones futuras.
Ciencias planetarias
La
planetología es una ciencia interdisciplinar y muy actual, desarrollada a
partir de los avances en la carrera espacial y encargada del estudio del origen
y evolución de los planetas.
Las ciencias
planetarias mantienen una estrecha relación con las ciencias ambientales, ambas
son ciencias interdisciplinares y además, las ciencias ambientales forman parte
de las planetarias, ampliando estas últimas su objeto de estudio del planeta
Tierra a todos los planetas, especialmente los correspondientes al sistema
solar de los que se dispone de una mayor cantidad de datos.
Fig.1. Glaciares. A) Glaciar
Breidamerkurjökull, Islandia. B) Morfologías lobulares localizadas en la mitad
norte del monte central del cráter Gale, Marte.
Los avances en
la investigación de otros cuerpos planetarios distintos a la Tierra me
llevaron, hace ya algo más de tres años, a estudiar el medio ambiente, pero
esta vez de Marte, utilizando los Sistemas de Información Geográfica como
herramienta para dicho estudio, de la misma manera que se aplican al medio
terrestre. Esto supuso para mí un desafío y una tarea muy gratificante dado que
es algo extraordinario y que muy pocas personas tienen la suerte de poder
disfrutar.
Es
sorprendente el grado de detalle de las imágenes de la superficie marciana
procedentes de orbitadores y más aún, su parecido con los paisajes terrestres,
con los que comparten rasgos impresionantemente similares, como por ejemplo las
lenguas glaciares (Fig. 1), o los campos de dunas (Fig. 2) entre otros.
Fig.2. Campos de dunas. A)
Campo de dunas en Tatón, Argentina. B) Campo de dunas en el interior del cráter
Trouvelot, Marte.
A pesar de que
no existen análogos perfectos, sí se han identificado lugares caracterizados
por presentar condiciones parecidas a las marcianas respecto al clima,
mineralogía, geomorfología o geoquímica.
El estudio de
análogos, muy novedoso y que sin lugar a duda reportará importantes
descubrimientos, trae consigo grandes beneficios, entre ellos destacan la mayor
facilidad en la investigación de Marte, solventando la imposibilidad de
realizar análisis in situ sobre su superficie, reduciendo notablemente los
costes que supondría enviar una misión al planeta y fomentando paralelamente
una mejora en la comprensión de los ambientes terrestres.
A modo de conclusión
Cuando decidí
decantarme por las ciencias ambientales mi objetivo principal era conocer mejor
nuestro planeta para, de este modo, poder contribuir a mejorarlo. Siempre me
había preocupado el estado de conservación en el que se encontraba la Tierra y
había intentado aportar mi granito de arena siendo responsable con el medio
ambiente, pero quise poder hacerlo a otro nivel y con una base científica que
me proporcionara los conocimientos necesarios para ello. Lo que nunca imaginé
es que podría llegar a estudiar otro planeta, lo que demuestra que la ciencia
no tiene límites. Todavía no sé hasta dónde puede llegar un ambientólogo o qué
puede alcanzar a descubrir. Es la magia de la ciencia, que nunca sabes hacia
dónde te puede llevar.
¡Emprende la
aventura de la ciencia!
Cristina Robas García
Graduada
en Ciencias Ambientales
Estudiante Predoctoral Centro
de Astrobiología CSIC-INTA
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