lunes, 15 de enero de 2018

Yo quiero ser Ambientóloga - Cristina Robas García

Y yo quiero ser...Ambientóloga
(Por Cristina Robas García)


Escucha música mientras lees, vete al final.

Durante los años previos a la universidad estuve totalmente desorientada y sin tener claro qué podía estudiar. Me gustaban las ciencias pero no tenía ninguna preferencia y no sabía por cuál decantarme. Todo cambió en el último curso, cuando mi profesor de ciencias de la tierra, a través de sus experimentos, me hizo disfrutar de cada una de sus clases y me descubrió una ciencia distinta a las clásicas matemáticas, física, química o biología que había estudiado hasta entonces. En esta ciencia se podían aplicar los conocimientos adquiridos en todas las demás ciencias experimentales que tanto me interesaban, abriendo ante mis ojos el abanico lleno de posibilidades que son las ciencias de la tierra y ayudándome a comprender que me quería dedicar al estudio de lo que más me había apasionado desde que era niña, lo más valioso que tenemos, nuestro hogar, nuestro planeta. Lo que jamás habría imaginado es que mi interés por la naturaleza y sus orígenes me llevarían tan lejos como hasta Marte, un planeta fascinante para el estudio de cambios en las condiciones ambientales.

Ciencias ambientales

Es una ciencia interdisciplinar cuyo objeto de estudio es el medio natural, que comprende el conjunto de componentes físicos, químicos y biológicos con los que interactúan los seres vivos. La persona graduada en Ciencias Ambientales recibe el nombre de ambientólogo y posee un conocimiento detallado de nuestro entorno.

Gracias a una formación multidisciplinar que le permite abordar los inconvenientes ambientales desde distintas perspectivas, el ambientólogo lleva a cabo tareas que pueden desempeñar especialistas de otras áreas, pero este lo hace de una manera integrada, teniendo en cuenta los puntos de vista de las diferentes ciencias, lo que le posibilita abarcar un amplio espectro laboral pudiendo dedicarse, por ejemplo, a la elaboración de auditorías medioambientales, al control y tratamiento de la contaminación acústica, atmosférica, de suelos y de aguas, al diseño de sistemas integrados de gestión, a la educación ambiental, a la energía, evaluación de impacto ambiental, gestión de recursos cinegéticos, forestales e hídricos, gestión de residuos, gestión de Espacios Naturales Protegidos, prevención de riesgos laborales, profesorado, investigación, sistemas de información geográfica y teledetección, entre otros.

El estudio del medio ambiente es esencial en los tiempos que corren, en los que existen multitud de problemas que afectan de forma negativa a nuestro planeta, tales como la fragmentación de hábitats, la incidencia de especies invasoras, el cambio climático, la deforestación, los incendios forestales, la contaminación del aire, agua y suelo, el ruido, los residuos, el uso de combustibles fósiles… a los que se debe poner solución. Para ello es necesario conocer el origen de estos fenómenos y aplicar medidas preventivas que eviten que se produzcan efectos adversos sobre el medio, correctoras que anulen o minimicen el impacto ya producido y compensatorias, que lo contrarresten.

Por ello, se puede afirmar que ser ambientólogo es una profesión fascinante. No es sólo la persona que estudia el entorno, es el médico del planeta, el que puede hacer un diagnóstico de los problemas y buscarles una solución mediante el empleo de modelos destinados a fomentar el desarrollo sostenible, que permitan satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer la capacidad de satisfacer sus necesidades a las generaciones futuras.

Ciencias planetarias

La planetología es una ciencia interdisciplinar y muy actual, desarrollada a partir de los avances en la carrera espacial y encargada del estudio del origen y evolución de los planetas.

Las ciencias planetarias mantienen una estrecha relación con las ciencias ambientales, ambas son ciencias interdisciplinares y además, las ciencias ambientales forman parte de las planetarias, ampliando estas últimas su objeto de estudio del planeta Tierra a todos los planetas, especialmente los correspondientes al sistema solar de los que se dispone de una mayor cantidad de datos.

Fig.1. Glaciares. A) Glaciar Breidamerkurjökull, Islandia. B) Morfologías lobulares localizadas en la mitad norte del monte central del cráter Gale, Marte.

Los avances en la investigación de otros cuerpos planetarios distintos a la Tierra me llevaron, hace ya algo más de tres años, a estudiar el medio ambiente, pero esta vez de Marte, utilizando los Sistemas de Información Geográfica como herramienta para dicho estudio, de la misma manera que se aplican al medio terrestre. Esto supuso para mí un desafío y una tarea muy gratificante dado que es algo extraordinario y que muy pocas personas tienen la suerte de poder disfrutar.

Es sorprendente el grado de detalle de las imágenes de la superficie marciana procedentes de orbitadores y más aún, su parecido con los paisajes terrestres, con los que comparten rasgos impresionantemente similares, como por ejemplo las lenguas glaciares (Fig. 1), o los campos de dunas (Fig. 2) entre otros.

Fig.2. Campos de dunas. A) Campo de dunas en Tatón, Argentina. B) Campo de dunas en el interior del cráter Trouvelot, Marte.

A pesar de que no existen análogos perfectos, sí se han identificado lugares caracterizados por presentar condiciones parecidas a las marcianas respecto al clima, mineralogía, geomorfología o geoquímica.

El estudio de análogos, muy novedoso y que sin lugar a duda reportará importantes descubrimientos, trae consigo grandes beneficios, entre ellos destacan la mayor facilidad en la investigación de Marte, solventando la imposibilidad de realizar análisis in situ sobre su superficie, reduciendo notablemente los costes que supondría enviar una misión al planeta y fomentando paralelamente una mejora en la comprensión de los ambientes terrestres.

A modo de conclusión

Cuando decidí decantarme por las ciencias ambientales mi objetivo principal era conocer mejor nuestro planeta para, de este modo, poder contribuir a mejorarlo. Siempre me había preocupado el estado de conservación en el que se encontraba la Tierra y había intentado aportar mi granito de arena siendo responsable con el medio ambiente, pero quise poder hacerlo a otro nivel y con una base científica que me proporcionara los conocimientos necesarios para ello. Lo que nunca imaginé es que podría llegar a estudiar otro planeta, lo que demuestra que la ciencia no tiene límites. Todavía no sé hasta dónde puede llegar un ambientólogo o qué puede alcanzar a descubrir. Es la magia de la ciencia, que nunca sabes hacia dónde te puede llevar.

¡Emprende la aventura de la ciencia!

Cristina Robas García
Graduada en Ciencias Ambientales
Estudiante Predoctoral Centro de Astrobiología CSIC-INTA

Escucha música mientras lees.


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