Y yo quiero ser...Ingeniero Industrial (Tecnologías Energéticas)
(Por
José Ramón Sánchez Moreno)
Escucha música mientras lees, vete al final.
Desde luego no es fácil
decidir aquello a lo que queremos dedicar nuestra vida profesional. En
ocasiones la decisión se produce de forma repentina, quizás tras una magistral
exposición por parte de un profesor de una materia que despierta nuestra
atención y en otras ocasiones no se produce de forma tan evidente, sino que
requiere analizar esos aspectos cotidianos que nos hacen sentirnos realizados.
En mi caso fue
durante mi infancia donde siempre me habían atraído los objetos que pudieran
montarse y desmontarse. Me fascinaba poder entender el modo como encajaban las
piezas, porqué alguien había decidido esas formas para unir las piezas, el modo
en el que todas juntas conformaban un elemento plenamente funcional. Ese
interés por entender el funcionamiento de todo lo que me rodeaba, de tener la
capacidad de decidir cómo combinar los diferentes materiales para crear un
dispositivo fue lo que me llevó a cursar estudios de Ingeniería Industrial.
Una carrera
multidisciplinar con un gran número de especialidades que permite entender el
funcionamiento de sistemas, máquinas e instalaciones que nos rodean. De entre
todas las especialidades que esta carrera permite elegir, de modo que queden
cubiertas todas las tecnologías de que disponemos hoy en día en cualquier
máquina o dispositivo, elegí la de Tecnologías Energéticas por incluir todas
aquellas disciplinas relacionadas con la producción y aprovechamiento de la
energía con especial énfasis en la eficiencia energética.
Y es que la
búsqueda del mínimo consumo resulta en muchos casos un reto mayor y más
complejo que descubrir un nuevo dispositivo o maquinaria que facilite nuestro
trabajo. Y para mí este campo despertó una gran admiración y un gran interés en
colaborar para desarrollar y contribuir a dar a conocer sistemas que consuman
cada vez menos energía. La búsqueda del móvil perpetuo es para muchos una
aventura comparable a la búsqueda del Santo Grial. Encontrar la máquina u
objeto capaz de moverse o funcionar sin apenas energía es un descubrimiento que
sin duda revolucionaría el mundo y contribuiría de forma importante a reducir
el impacto medioambiental que el consumo de energía tiene inevitablemente en
nuestro mundo con unos recursos cada vez más limitados y donde hoy ya nadie
duda de los efectos que el cambio climático tiene en nuestro planeta. No en
vano, reducir el consumo energético es una preocupación mundial hacia la que la
comunidad internacional está dando importantes pasos a través de acciones y
políticas como el Protocolo de Kyoto
o la apuesta 20/20/20 de la UE.
De modo que
aunque por progreso y avance tecnológico muchos puedan entender el
descubrimiento de máquinas y mecanismos que hagan nuestra vida más cómoda como
medios de transporte más rápidos, sistemas de comunicación globales, sistemas
de control integrados, etc. Por progreso también ha de entenderse el conseguir
un estado de bienestar e industrialización dentro de una sociedad con el mínimo
consumo e impacto ambiental que no ponga en peligro los limitados recursos del
planeta. Y es que no es entendible considerar como verdadero progreso disponer
de hogares con sistemas domóticos que permiten hoy en día interconectar todas
las instalaciones de una vivienda como los sistemas de climatización,
iluminación, seguridad e incluso electrodomésticos si la factura eléctrica a
pagar por ello es prohibitiva o si el aislamiento de la vivienda no es el
adecuado y estoy enfriando o calentando el exterior o trasmitiendo ruidos a los
vecinos ¿Se puede entender esto como progreso? Yo creo que no.
Es por esta
razón por la que desde hace tiempo tengo la oportunidad de trabajar en el campo
de las instalaciones en edificios donde tan importante como elegir los equipos
de climatización y calefacción más adecuados en coste y funcionalidad según el
uso del edificio (residencial, hospitalario, de trabajo, de ocio, etc.),
igualmente importante resulta que esa energía empleada en enfriar o calentar un
fluido, y como resultado una edificación, no se pierda a través de ésta. De
nada sirve invertir dinero en la última tecnología de producción de frío o
calor, en la más potente y eficiente del mercado, si ese frío o calor se pierde
al exterior.
Y es aquí donde cobran gran protagonismo los aislamientos.
A veces los grandes infravalorados por
su sencillez, pero de una importancia enorme al mantener la temperatura de una
habitación o de una conducción y evitando emplear energía de más en cubrir las
pérdidas. Aislamientos tan importantes
como los que se colocan en fachadas que impiden transmisiones de energía al
exterior por conducción de entre los que destacan las lanas minerales como la
fibra de vidrio y la lana de roca, los poliestirenos, las espumas
elastoméricas, con unas resistencias a la trasmisión de energía importantes.
Aislamientos también presentes en las conducciones de fluidos refrigerantes en
forma de coquillas o mantas que permiten el transporte de un fluido atemperado
bien agua, refrigerante o aire, reduciendo la pérdida de energía ocasionada en
el transporte. O vidrios y ventanas de nueva construcción, como los vidrios
dobles cuya cámara interior de aire actúa como un gran aislante, o la nueva
generación de ventanas en PVC o metálicas con rotura de puente térmico con unos
niveles de conductividad térmica muy inferiores a las típicas ventanas correderas
que tan profusamente se han ido aplicando en la construcción de viviendas por su bajo coste, y que sin duda han
contribuido a un despilfarro de energía por su baja hermeticidad y su
estructura enteramente metálica. Todo un error constructivo en una época en la
que solo se miraba el precio y que hoy se paga con facturas de gas y
electricidad desorbitadas.
Errores que
afortunadamente las administraciones y organismos preocupados por el uso
racional de la energía han ido corrigiendo en los últimos años con la adopción
de nuevas normativas como el Código
Técnico de la Edificación (CTE) en su versión HE de ahorro de energía que
garantiza en las nuevas construcciones y reformas, limitar el consumo energético
(no en vano la edificación consume el 40% de la energía), mediante la
obligatoriedad de instalación de unos mínimos aislamientos y de unos equipos de
producción térmica eficientes apoyados por fuentes de energía renovables como
paneles solares térmicos y fotovoltaicos. Los cuales contribuyen de forma
notable a dar cumplimiento a la directiva 2010/31/UE
que pretende certificar edificios de consumo casi nulo para 2018 en el caso de
edificios públicos y 2020 para edificios de uso privado. Hasta entonces disponemos
actualmente de la certificación energética de edificios (por imperativo de la
Directiva 2002/91/CE) que mediante
etiquetas similares a las utilizadas en los electrodomésticos, permite a los
inquilinos prever el gasto energético que sus edificaciones tendrán.
No solo se
busca con esas medidas reducir las pérdidas de energía y garantizar el máximo
aprovechamiento de los recursos energéticos disponibles. Hoy en día se están
haciendo importantes avances en la edificación en soluciones que buscan igualmente
reducir el consumo de un bien tan importante como es el agua. Todos somos
conscientes de lo limitados que son los recursos hídricos en nuestro país y
nuestra fuerte dependencia en la climatología.
De modo que además de medidas de ahorro de agua como el uso de
aireadores en grifos, últimamente se están aplicando medidas de ahorro de agua
sobre el elemento de más consumo de agua en los edificios como son los inodoros.
Y pese a que los nuevos inodoros de doble descarga permiten importantes
ahorros, no cabe duda que aún se produce un consumo importante de agua que
además ha necesitado de un proceso de cloración y potabilización solo para ser
empleada como limpiador del inodoro. Bien, pues aquí alguien preocupado por ese
despilfarro de agua se le ocurrió porqué no utilizar agua reciclada para
alimentar el inodoro. ¿Y reciclada de dónde? Ya que traer una red de agua
reciclada de las depuradoras sería costosísimo. Mejor, reciclarla en el propio
edificio. Hay ya numerosos ejemplos de hoteles, donde se está aplicando una
tecnología denominada de aprovechamiento de aguas grises que consiste en
recoger el agua de lavabos y duchas/bañeras (agua gris) para filtrarla y
tratarla en un depósito instalado en el propio edificio e impulsarla a través
de una red independiente a los inodoros. Una sencilla solución, que no supone
una gran inversión y sin embargo repercute en una indudable reducción en el
consumo de agua del edificio. Un bien, el agua, del que somos tan dependientes
y que bien se merece todo esfuerzo por limitar su derroche.
En definitiva,
la ingeniería no busca solo hacer la vida más fácil mediante la introducción en
la sociedad de dispositivos o máquinas capaces de realizar tareas de ardua
ejecución ya sea en los hogares, en las fábricas, de resolver problemas de
movilidad, de comunicación o de control a distancia o incluso de garantizar el
confort en nuestro propio hogar, también se preocupa de conseguirlo de la
manera más eficiente y con el mínimo consumo de energía y recursos. Todos somos
conscientes que vivimos en un planeta con recursos limitados y somos
responsables de dejarlo en las mejores condiciones para las generaciones
venideras. Es por ello que en este mundo todavía queda mucho por hacer en
materia de aprovechamiento eficiente de la energía y de los recursos.
Referencias:
[1]
www.isover.es
José Ramón Sánchez Moreno
Ingeniero Industrial (Tecnologías
Energéticas)
Escucha música mientras lees.
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