Y yo quiero ser...Matemático
(Por
Enrique Zuazua)
Escucha música mientras lees, vete al final.
Desde que ser estudiante es acudir a una Escuela Infantil para
aprender cantando y jugando, el oficio de escolar se va complicando a medida
que avanzamos en los diferentes estadios del sistema educativo. Poco a poco
empiezan a hacer aparición libros de texto, cuadernos de apuntes, hojas de
ejercicios, fichas de ordenador o en internet, calendarios, horarios, trabajos
en grupo, proyectos, exámenes, reválidas y selectividades,...
Pero cuando ser estudiante empieza a parecerse definitivamente más a
una profesión que a una ocupación formativa es cuando llega la hora de hacer
elecciones importantes, lo cual necesariamente genera tensión y ansiedad.
Elegir entre varias optativas o especialidades de Secundaria, entre
Bachillerato o Formación Profesional (FP) o, llegado el momento, elegir la
carrera, son decisiones relevantes que definirán en gran medida el bagaje
cultural, formativo y metodológico con el que abordaremos el resto de nuestra
vida profesional, al menos en sus primeros pasos.
Hay en todas esas elecciones un cierto grado de irreversibilidad que,
afortunadamente, no es completa, por supuesto, pero sí importante. En efecto,
podemos elegir una carrera y, al acabarla, hacer otra o cambiar a medio camino.
Podemos pasar de un Bachillerato a otro, o del Bachillerato a la FP o
viceversa. Pero cada uno de esos cambios
supone invertir al menos un curso académico más y, aunque a veces es
conveniente, recomendable y necesario hacerlo, siempre se genera una cierta
frustración y tensión en uno mismo y su entorno.
Conviene pues, desdramatizando la coyuntura, elegir bien. Y hay,
diría, dos tipos de criterios: uno es el de las salidas profesionales y el
otro, el del gusto y el interés personal por las diferentes materias y opciones
académicas.
Todos compartimos experiencias semejantes. Yo, en 1979, al elegir la
carrera, y aunque eran tiempos de crisis económica en el entorno, animado por
mi familia, me decanté por dar prioridad al segundo criterio, el de mi propia
pasión por las Matemáticas.
En aquel momento la carrera, que se denominaba de “Exactas”, se
percibía como casi sin salida alguna más allá que la docencia en el
Bachillerato puesto que, en particular, las oportunidades de desarrollar una carrera
profesional en la Universidad eran escasísimas y eran pocos los ámbitos de
actividad económica en los que un matemático era considerado potencialmente
útil.
Pero lo que desde pequeño me gustaba eran las Matemáticas. Había
opciones afines como la Ingeniería, que con contenidos matemáticos importantes,
gozaba de más prestigio social y, sin duda alguna, ofrecía un abanico más
amplio de salidas profesionales. Estaba también la opción de estudiar Economía,
con una vinculación más directa con el tejido productivo y el mundo de las
finanzas, de tanta tradición en nuestro país.
Pero llegado el instante decisivo me decanté por seguir mi instinto y
apostar por lo que realmente me gustaba, asumiendo el riesgo de entrar en un
túnel académico que conduciría a un destino profesional incierto.
Hasta hoy no me he arrepentido.
Es importante, en efecto, elegir la carrera en función de la pasión,
del impulso y gusto personal y estudiar con alegría, ilusión y dedicación, lo
que realmente a uno le gusta.
Hoy vivimos un momento dulce
para las Matemáticas a nivel mundial. En la que podríamos denominar la d écada de los datos, el diploma de matemático es uno de los más
codiciados en el mercado laboral. Así lo indican todos los rankings y
clasificaciones de los países más avanzados: Informáticos, Estadísticos y
Matemáticos están entre los diplomas más demandados.
Por tanto, hoy hay más razones
que nunca para elegir una formación en Matemáticas. Pero, con independencia de
estas circunstancias, animo a todos los jóvenes con un gusto genuino por esta
disciplina a elegir la carrera, sin dudarlo.
Al fin y al cabo, como decía
Galileo, para los humanos, el universo está escrito en el apasionante
lenguaje de las Matemáticas que son a su vez hoy, más que nunca, la llave que
abre las puertas a todo un universo de oportunidades profesionales.
Como es bien sabido, las
Matemáticas se caracterizan por ser a la vez tan amadas por unos pocos como
aborrecidas por muchos otros. Por tanto una gran mayoría de los estudiantes,
llegado el momento de elegir, descartarán las Matemáticas. Razón añadida para
que quienes realmente disfrutan con ellas alimenten esa pasión apostando por la
disciplina.
Hay hoy en España, un buen
número de Universidades Públicas que ofertan la Licenciatura de Matemáticas. En
algunas de ellas, además de ofertarse en español y, cada vez más, en inglés,
los estudios pueden también ser cursados en las demás lenguas oficiales del
Estado. Además, tanto en las instituciones públicas como en las privadas, son
cada vez más frecuentes los estudios de Máster y Títulos Propios con un fuerte
contenido matemático.
Aunque lo más habitual sigue
siendo que los estudiantes opten por estudiar en la Universidad más próxima, es
cada vez más frecuente también que los jóvenes elijan otros campus a la
búsqueda de ofertas diferenciadas. Es el caso por ejemplo del Doble Grado en
“Matemáticas e Informática” de la Universidad Autónoma de Madrid o el de
“Matemáticas y Física” de la Universidad Complutense. En ellos los estudiantes
adquieren competencias añadidas que complementan de manera significativa la
formación matemática tanto de cara a continuar con una carrera académica como con
vistas a la inserción en el mercado laboral.
ENIAC, Crédito: De Desconocido
- U.S. Army Photo, Dominio público, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=55124
También son cada vez más los que
se animan a intentar estudiar en los campus europeos más competitivos, a la vez
que el programa Erasmus ofrece la posibilidad de una experiencia formativa
complementaria en alguna universidad europea, siempre recomendable, para
aquellos que decidan estudiar en España.
Nunca como hasta ahora estudiar
Matemáticas había ofrecido un abanico tan amplio de opciones a la hora de
hacerlo. Tampoco nunca el diploma había estado tan cotizado.
Y es que, a medida que nuestra
sociedad avanza y se hace más compleja, las Matemáticas se van haciendo más
necesarias. En las últimas décadas el mundo de las Finanzas, de las Ciencias
Médicas y de los Datos, entre otros, han ido experimentando revoluciones
internas que han venido siempre acompañadas del desarrollo y uso de
herramientas matemáticas más sofisticadas. Ese proceso de proliferación de los
ámbitos en los que usan y necesitan de las Matemáticas, que se acentúa
progresivamente, hoy se percibe con claridad también en el ámbito de las
Ciencias Sociales.
Basta mirar cincuenta años atrás
para ver cómo, a pesar de las calamidades que nos acechan aún en el día a día y
de las que tenemos información en tiempo real gracias a los medios de
comunicación en un mundo global, en forma de catástrofes naturales, guerras y
atentados, el planeta ha evolucionado en promedio de manera muy positiva
habiendo recortado la mortalidad infantil, el analfabetismo y la pobreza
extrema a la vez que se prolongaba la esperanza de vida. La Ciencia en general y las
Matemáticas en particular han jugado un papel decisivo en ese avance, digno de
elogio.
Estudiar Matemáticas hoy es, más
que nunca, una excelente inversión de cara a un futuro que es imposible
predecir pero que, sin duda, será próspero y que estará lleno de avances
científicos que afectarán a nuestro modo de vivir de manera hoy imprevisible
pero que, con certeza, seguirá estando escrito en lenguaje matemático.
Enrique
Zuazua
Doctor
en Matemáticas
Catedrático de DeustoTech-Bilbao y la Universidad Autónoma de Madrid
Escucha música mientras lees.
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