miércoles, 17 de enero de 2018

Yo quiero ser Neurocientífica - Sandra Jurado Sánchez

Y yo quiero ser...Neurocientífica
(Por Sandra Jurado Sánchez)


Escucha música mientras lees, vete al final.

De pequeña la palabra neurociencia no formaba parte de mi día a día, aunque si alguien me hubiese preguntado su significado creo que aun siendo una tierna infante hubiera más o menos acertado con la respuesta: “la ciencia de la cabeza” o algo parecido hubiera contestado. De proseguir la conversación, hubiera explicado a mi extraño interlocutor (¿pero quién pregunta estas cosas a niños chicos?) que la neurociencia debía de ser una ciencia muy importante porque el cerebro, según nos decían en la escuela, aunque feo, viscosillo y arrugado lo controlaba TODO. De manera casi intuitiva mi yo de 8 años hubiera pensado que no se podía ir por la vida siendo un ignorante de la neurociencia (como mi interlocutor que se lo tenía que preguntar todo a una niña pequeña) porque cuanto más supiéramos del cerebro más cerca estaríamos de hacer cosas con la mente como por ejemplo cambiar los canales de la tele sin moverse del sofá,… un potencial uso práctico de la neurociencia que más tarde cayó en el olvido con el advenimiento del mando a distancia. Desafortunadamente nadie me hizo esta pregunta ni con 8 años ni con 16, así que la falta de reflexión temprana retrasó mi vocación hasta bien entrados mis estudios de carrera versados en Bioquímica y otras lindezas. De entre todas las bioquímicas que tienen lugar en la naturaleza, sin duda la que me parecía más apasionante es la química del cerebro o Neuroquímica. En aquellas clases, entre cuchicheo y cuchicheo, aprendí cosas fascinantes pero que lejos de aclararme cómo funcionaba el cerebro me planteaban más y más preguntas, algo que al profesor le debió de llamar la atención por lo que posteriormente me sugirió hacer un doctorado en seguro que adivináis en qué,… pues sí en ¡Neurociencia!,… y hasta ahora sigo con más preguntas que respuestas. En este estado de duda continua me acompañan mis colegas neurocientíficos, una panda de temerarios exploradores que sueñan con descubrir los misterios más misteriosos del cerebro.

Desgraciadamente en la actualidad aun no somos suficientes para resolver el gran problema al que nos enfrentamos. Esto es en parte debido a que la Neurociencia es un campo de investigación relativamente joven en comparación con otras disciplinas como la Biología Celular o la Inmunología. De hecho esta ciencia en gran medida debe su origen al científico español Don Santiago Ramón y Cajal, padre de la Neurociencia moderna y ganador del primer premio Nobel español de Medicina por sus pioneros descubrimientos en la organización del sistema nervioso. Por este origen tan español, la Neurociencia tradicionalmente ha despertado un especial interés en nuestro país y de hecho varios discípulos aventajados de Cajal continuaron su legado realizando nuevos descubrimientos y postulando teorías de gran influencia, a pesar de que en ocasiones contradecían a las del maestro. En palabras de Santiago Ramón y Cajal, "el cerebro es un mundo que consta de numerosos continentes inexplorados y grandes extensiones de territorio desconocido". Con estas palabras Cajal nos sugería que el avance del conocimiento, mucho más allá de sus propias aportaciones, era la clave para comprender los enigmas del cerebro y que por supuesto esos nuevos avances quedarían en manos de las futuras generaciones. Para guiarlos en la ardua tarea de la exploración científica, Cajal escribió un manual titulado “Reglas y consejos sobre investigación científica”, que a pesar de ser un poco antiguo (fue publicado en 1897) y no exactamente aplicable a nuestros días contiene muchas ideas interesantes para el joven aspirante a premio Nobel. En la actualidad la Neurociencia vive un momento de gran entusiasmo nacional e internacional (el 2012 fue declarado Año de la Neurociencia en España) ya que nuevos avances tecnológicos están haciendo posible realizar experimentos hasta ahora imposibles y que permitirán a las nuevas generaciones (ósea tú lector sabio e intrépido) resolver muchos de los secretos de la función cerebral. Pero: ¿cuáles son estas preguntas sin responder que quedarán en vuestras manos?, en otras palabras ¿cuáles son los retos de la Neurociencia moderna? A continuación os dejo unas pinceladas de los retos, misterios y aventuras que esperan a los futuros neurocientíficos.

Tres Preguntas de la Neurociencia Moderna para el Neurocientífico del Futuro:
(no por orden de importancia, pocas pero matonas)

¿Cómo se forma la memoria?

El cerebro humano tiene una capacidad de computación muy superior al de cualquier ordenador actual, por muy sofisticado que sea. Pensad que nuestro cerebro es capaz de retener cantidades ingentes de información que quedan almacenadas durante largos periodos de tiempo dando lugar a los recuerdos de toda una vida. A los 2 años, el cerebro ya ha alcanzado el 80 por ciento de su tamaño adulto, por lo que es lógico pensar que las numerosas experiencias que recordaremos a partir de esta edad no están directamente relacionadas con un aumento de tamaño del cerebro sino con algo más. Los neurocientíficos pensamos que este algo más son cambios que se producen entre las células nerviosas (neuronas) de tal forma que algunas neuronas refuerzan sus conexiones mientras que otras desaparecen en un continuo proceso de cambio. Esta idea asume que el cerebro no es un órgano fijo sino flexible, plástico y en constante proceso de construcción un fenómeno que en Neurociencia se conoce como “Plasticidad Cerebral”. En los últimos años los neurocientíficos se han centrado en estudiar este proceso en profundidad y aunque hay muchos indicios, aún no estamos completamente seguros si la plasticidad cerebral es el único proceso que explica no solo el almacenaje y sino también la pérdida de memorias. Y en todo caso ¿cómo funcionaría?, ¿cómo se alteraría en enfermedades que afectan a la memoria?,… tu turno querido lector.

¿Por qué soñamos?

A lo mejor no os lo habíais planteado pero el estudio del sueño es una disciplina muy importante dentro de la Neurociencia, y no me refiero a la interpretación de los sueños en plan siéntate en el sofá y cuéntame que soñaste anoche, no, si no a entender cómo se forman y sobre todo cuál es su función. Porque la función del sueño debe de ser importantísima ya que fijaos que un adulto de unos 70 años habrá pasado como unos ¡20 años durmiendo!, y esto es mucho tiempo para algo sin importancia, ¿no os parece? Aunque el cuerpo durante la noche se encuentre en reposo, el cerebro nunca para ni siquiera mientras dormimos ya que como os podéis imaginar aún es necesario mantener el control de muchas funciones involuntarias como la respiración y el ritmo cardiaco. Debido a que el cerebro nunca se desconecta del todo se piensa que los sueños son un producto de la actividad cerebral presente durante la noche. Los neurocientíficos pensamos que los sueños juegan un importante papel en la formación de la memoria a largo plazo, y que es justo este periodo de inconsciencia es fundamental para seleccionar la información más importante. Pero ¿Cómo la generación de imágenes sin sentido y en ocasiones terroríficas nos ayudan a recordar mejor y aclarar nuestras ideas?

¿Cuál es la mejor manera de estudiar el cerebro?

Pensad en cuando abrís cualquier cacharro para ver que hay dentro, y una vez satisfecha vuestra curiosidad habéis querido recomponerlo y,…pues no había manera: sobran o faltan piezas, los enganches están dados de sí, etc…. Pues aunque os parezca mentira algo muy parecido nos pasa a los neurocientíficos (y científicos en general). Queremos ver el cerebro en acción pero como os imaginareis, la gente no puede ir por ahí con la cabeza abierta para que nosotros veamos lo que está pasando,… nos meteríamos en serios problemas. Por lo tanto en la mayoría de los laboratorios de Neurociencia se usan pequeños fragmentos de cerebro que nos permiten hacer experimentos de manera más sencilla. Sí, es verdad que así evitamos problemas con la justicia, pero luego a la hora de ponerlo todo junto otra vez es un auténtico lío. Por este motivo, uno de los retos de la Neurociencia moderna es también un reto de ingeniería o tecnológico por desarrollar nuevas maneras para estudiar el cerebro en conjunto y en pleno funcionamiento. Esto es muy difícil pero en los últimos años han ido apareciendo técnicas (Imagen Funcional) que nos permiten visualizar el cerebro de gente vivita y coleando sin necesidad de abrirle la cabeza a nadie. Estos avances son muy esperanzadores pero aun presentan muchas limitaciones, ya que los experimentos tan solo pueden realizarse con las personas dentro de un escáner especial que limita sus acciones. Idealmente nos gustaría poder abrir una ventana (siempre imaginaria ¿eh?) a lo que está pasando en el cerebro afectándolo lo menos posible y permitiendo total libertad de movimientos al individuo de estudio. Este reto se solucionara gracias a la colaboración de mucha gente entre otros ingenieros y neurocientíficos, así que aunque lo vuestro en un principio no sea la Neurociencia quién sabe si al final no nos terminamos encontrando en el camino.

Fig. 1. Imagen de un hipocampo fluorescente.

Sandra Jurado Sánchez
Doctor en Bioquímica
Científico Titular del CSIC, Instituto de Neurociencias CSIC-UMH

Escucha música mientras lees.


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