lunes, 15 de enero de 2018

Yo quiero ser Astrofísico Molecular - Marcelino Agúndez Chico

Y yo quiero ser...Astrofísico Molecular
(Por Marcelino Agúndez Chico)

Escucha música mientras lees, vete al final.

Escribo estas líneas desde mis treinta y tantos años. Echando la vista atrás y pensando en cómo he acabado en esta profesión tan exótica, la de astrofísico molecular, me vienen a la memoria momentos de mi adolescencia que se me han grabado a fuego. Recuerdo los veranos en el pueblo haciendo el salvaje. Me viene también a la memoria la tarde en que asesinaron a Miguel Ángel Blanco como una tarde irreal. ¡Qué mundo tan loco! Pero uno de los momentos que más me marcó en mi adolescencia fue cuando vi la película Contact, con Jodie Foster como intrépida astrónoma dando con uno de los hallazgos más gordos que uno pueda imaginar. Yo casi diría que se trataba de EL HALLAZGO con mayúsculas. Recuerdo que me atrajo poderosamente el aire distendido que parecía tener la profesión de astrónomo, con Jodie Foster al mando de un telescopio en un momento en que parecía haber dado con algo muy gordo, algo que nunca nadie había visto antes. La historia me absorbió por completo, sobre todo durante la primera parte. Sentía como mía la excitación de la protagonista al ser consciente de que el telescopio estaba captando una señal nada usual. Los nervios al ser consciente de que la posición del cielo de donde provenía la señal se ocultar¡! perder l a misma posici de que la posicialía por debajo del horizonte en breve. Había que ponerse en contacto con otros observatorios del planeta para que continuaran observando la misma posición. Jodie Foster no podía permitirse perder la señal. ¿Quién sabe si mañana volvería a estar ahí? ¡Madre mía, qué momento! Para los que no conozcan la película, les diré que está basada en una novela de Carl Sagan, astrónomo y fantástico divulgador, y que el hallazgo en cuestión no es otro que el descubrimiento de vida inteligente en otro planeta. ¡Casi nada!

            Cuento todo esto aquí porque ahora, echando la vista atrás, pienso que el haber visto aquella película en aquel momento influyó mucho para que luego acabara dedicándome a la investigación en astrofísica molecular. Que yo quería hacer algo parecido a lo que vi en esa película lo supe mucho más tarde. En aquel momento no podía ni intuir nada parecido, aunque el asunto dejó su semillita. Supongo que en realidad el devenir de uno es una mezcla de inquietudes personales y de casualidades. Yo en aquella época veía mi vida futura como algo muy lejano, muy incierto, y casi como que no tenía nada que ver con quien yo era entonces. Creo recordar que por aquella época quería ser futbolista. Nada original. Pero de vez en cuando ocurrían cosas como ésta de la película Contact que iban dejando semillas que más tarde habían de despertar.

            Años después decidí estudiar Químicas, no por tener yo una gran vocación hacia la química sino por razones más bien pragmáticas. La química me parecía algo con una buena combinación entre ciencia básica (esto me gustaba) y ciencia aplicada, lo que ofrecía buenas opciones para trabajar en alguna de las muchas industrias químicas que pueblan el país (esto me dejaba un poco más tranquilo de cara al incierto futuro laboral, abandonadas ya mis pretensiones de ser futbolista). Además la facultad de ciencias en donde estudié Químicas estaba al lado de mi casa (esto me hacía la vida bien cómoda). Durante los años de universidad la vida transcurría entre períodos de tranquilidad y vida nocturna alternados con las temidas épocas de exámenes en que tocaba decir adiós a la vida alegre para encerrarse a estudiar hasta el agotamiento. No volví a tener mucho contacto con el tema del cosmos, más allá de lecturas ocasionales, alguna que otra conferencia que organizaba la asociación astronómica de la facultad de ciencias, y una exótica asignatura que cursé hacia el final con el sugerente nombre de Gravitación y Cosmología. La asignatura en realidad formaba parte de la carrera de Físicas pero por entonces, y supongo que ahora también, uno podía cursar unas pocas asignaturas de libre elección de cualquier carrera alejada de la química. Recuerdo que en alguna ocasión fantaseé con la idea de reorientarme hacia la astrofísica. Sabía que en Canarias existía un entorno muy estimulante para ello, pero me parecía que lo ideal hubiera sido estudiar Físicas y que con una formación química iba a resultar bastante complicado. La física era cosa de átomos y de procesos exóticos relativistas y por tanto parecía el camino ideal para estudiar el espacio, mientras que la química eran moléculas y reacciones en tubos de ensayo, vamos, una cosa más terrenal. Bueno, tenía que apechugar con la decisión de haber estudiado Químicas y no Físicas. Después del esfuerzo de sacar Químicas no me veía con energías para volver a empezar otra carrera. Además Físicas no parecía ser especialmente sencilla.

            Pero ya acabada la universidad, ¡cuál fue mi sorpresa!, resulta que había moléculas en el espacio y existía gente que se dedicaba a estudiarlas. Di con esto de forma casual. Por aquel entonces comenzó a extenderse al común de los mortales el uso de internet. Yo apenas lo había utilizado pero me dio por buscar temas atractivos para quizá hacer una tesis doctoral, y di con una noticia por aquel entonces reciente que rezaba "astrónomos españoles detectan por primera vez benceno en el espacio". ¡Vaya! No solo resulta que en el espacio había moléculas familiares para un químico, sino que además había astrónomos españoles detrás del descubrimiento. El tema parecía muy atractivo. O sea que contacté por email a la persona que estaba detrás del asunto, que acabó siendo mi director de tesis, y comencé mi historia como astrofísico molecular.

La verdad es que me sentía un privilegiado al cobrar dinero por hacer algo que me resultaba tan interesante. La experiencia laboral que tuve hasta entonces consistió básicamente en los típicos trabajos temporales que uno hace para ganar algo de dinero y gastarlo el fin de semana. Esto de la astrofísica molecular era claramente más interesante. Ahora con más perspectiva, me sigo sintiendo un privilegiado, aunque, claro, he perdido algo de la inocencia de entonces y me doy cuenta de que esta profesión además de muy bonita es también muy dura por inestable. Uno se mueve mucho de un lado a otro y nunca sabe si en algún momento dejará de conseguir financiación y tendrá que dejar la ciencia para buscarse las habichuelas en otras aguas. Pero también tiene muchos aspectos gratificantes: viajes a lugares remotos y no tan remotos en que se conoce gente interesante, libertad para entrar y salir, pero sobre todo la satisfacción que te da trabajar en algo que te gusta y en que puedes poder poner a prueba tus propias ideas. ¡De vez en cuando alguna resulta ser una buena idea! Recuerdo con especial cariño la primera vez que fui a observar a un telescopio. Se trataba de un radiotelescopio que está en el Pico Veleta (Fig. 1), en Sierra Nevada, muy cerca de Granada. En una de las ocasiones en que fui sólo a observar recuerdo que traté de buscar una molécula que no se había detectado en el espacio. Se trataba de HCP, una molécula con un átomo de hidrógeno, otro de carbono, y otro de fósforo. Los modelos en que estaba trabajando durante la tesis parecían indicar que podía ser una molécula abundante. Tras un par de horas de observación eché un ojo a los datos sin mucha esperanza. Ya había intentado buscar otras moléculas en el pasado sin mucho éxito.

Fig. 1. A la izquierda, el radiotelescopio de 30 metros del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM), situado en el Pico Veleta, en Sierra Nevada. En el rango del espectro en que observa, éste es, sin temor a exagerar, el mejor telescopio del mundo, ¡y está aquí al lado! La fotografía es de Aniceto Porcel. A la derecha aparezco junto a dos colegas (Miguel Ángel Requena Torres y Nami Sakai) en la sala de control del telescopio. ¡Grandes momentos he pasado ahí dentro!

Pero vaya, ¡esta vez...! En la pantalla del ordenador apareció una señal en el espectro exactamente donde debería estar si se debiera a la molécula que buscaba. ¡Qué emoción, qué alegría, qué alboroto! Aquello fue lo más parecido que he experimentado al momentazo de Jodie Foster en su radiotelescopio particular. Obviamente, el descubrimiento de la molécula de HCP no daba para que el mundo girara su cabeza como lo hizo hacia la señal de Jodie Foster en Contact, pero la sensación de haber descubierto algo que nadie antes había visto fue increíble.

Aun sigo pensando que el HALLAZGO con mayúsculas será encontrar vida inteligente en otro planeta, y quiero pensar que ocurrirá pronto. Sólo espero estar aún aquí cuando eso ocurra.

Marcelino Agúndez Chico
Licenciado en Química y Doctor en Astrofísica
Instituto de Física Fundamental, IFF – CSIC, Madrid

Escucha música mientras lees.


2 comentarios:

  1. Buenas tardes D. Marcelino Agúndez.

    Te escribo este e-mail/comentario, porque mi instituto está trabajando en un proyecto que consiste en contactar con los científicos del libro "CIENCIA y yo quiero ser científico".
    Estuve mirando el índice del libro y me llamó la atención el título de astrofísico molecular; lo estuve leyendo y me gustó, me pareció muy interesante.¿Quién hubiese dicho que podría haber descubierto algo similar como en la película de Jodie Foster?

    El instituto IESO nº1 de Alovera y a mi nos encantaría que nos visitase y que nos pudiera hablar sobre su trabajo.
    Gracias por su atención.
    Un saludo.
    Irene Villar

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    Respuestas
    1. Estimada Irene.

      Soy Quintín Garrido, el coordinador del libro.

      Mándame un email a quintingarrido@gmail.com y yo se lo hago llegar a Marcelino.

      Me han llegado noticias de que otros compañeros se han puesto en contacto con otros científicos. Para lo que necesitéis mandarme un email.

      Un abrazo y a seguir con ese "espíritu científico"

      Quintín

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