martes, 16 de enero de 2018

Yo quiero ser Científica Marina - Laura Prieto Gálvez

Y yo quiero ser...Científica Marina
(Por Laura Prieto Gálvez)


Escucha música mientras lees, vete al final.

Cuando yo le dije a mi madre en mi Pontevedra natal que quería estudiar Ciencias del Mar, en junio de 1990, mi madre me preguntó “¿Ciencias del Mal?, pero ¿eso para qué es?, ¿para leer la mano?” Así era de desconocida la carrera cuando me picó el gusanillo de estudiar el mar. Desde aquel día hasta hoy, mucho ha llovido. Finalmente hice mi carrera de 5 años en la Universidad de Cádiz. Para los que penséis que estos estudios universitarios se tratan de Biología Marina, estáis muy equivocados. Nada más lejos de la realidad. La carrera de Ciencias del Mar viene a ser como una mesa de cinco patas, cada una de ellas representada por las cinco ramas de la ciencia necesarias para entender el mar desde una perspectiva multidisciplinar: matemáticas, física, química, geología y biología. Pensar que el mar es la parte más extensa de nuestro planeta Tierra, y que se encuentra en constante interacción con la atmósfera y con los continentes y los fondos marinos. Al ser un ambiente tan dinámico, es necesario estudiar tanto su estado general como los cambios que se producen a diferentes escalas temporales y espaciales, algo imposible de hacer sin la ayuda de las matemáticas y de la física.

Cuando estaba estudiando mi tercer año de Ciencias del Mar entré como alumna colaboradora en el grupo de Ecología del Departamento de Biología Animal, Vegetal y Ecología. Gracias a la labor que hacía en dicho grupo, una vez era Licenciada en Ciencias del Mar, y el mismo día que era la Graduación, me embarqué en mi primera campaña oceanográfica “IctioAlboránCádiz 95”, la cual se desarrollaba durante un mes en el mar de Alborán, el estrecho de Gibraltar y el golfo de Cádiz. Ese fue mi bautismo real en la vida científica marina, estando a pie de cañón en la vorágine de una campaña, con otros científicos, tomando decisiones, muestreando, analizando, trabajando jornadas de 14-16 horas. Con los datos obtenidos de dicha campaña, realicé mi Tesis de Licenciatura, con cuya defensa obtuve el título de Licenciada con Grado en Ciencias del Mar.

Gracias a la obtención de una beca del Ministerio de Educación y Ciencia, pude desarrollar mi Tesis Doctoral sobre un tema muy vinculado al papel que hacen los océanos para mitigar el efecto invernadero: el proceso de formación de agregados marinos, que es uno de los procesos de los que consta la bomba biológica de carbono. Esta bomba biológica consiste en que gracias a la fotosíntesis realizada por el fitoplancton en las capas superficiales del océano, y donde la concentración de dióxido de carbono está en equilibrio con la atmósfera, esta nueva biomasa algal, cuando llega el final del periodo que se conoce como floración del fitoplancton, comienza a adherirse hasta generar agregados de mayor tamaño que las células individuales de fitoplancton. Estos agregados sedimentan a mayor velocidad y se produce un transporte de carbono desde las aguas superficiales hacia las aguas profundas. De esta manera, se “secuestra” el carbono y queda separado su contacto con la atmósfera en escalas de tiempo desde décadas a centenas de años. Para la realización de mi Tesis Doctoral, participé en numerosas campañas oceanográficas (en el océano Pacífico, en el Atlántico y en el mar Mediterráneo) y realicé varias estancias en centros de investigación extranjeros (IFM en Kiel, Alemania; Universidad de Hawaii y Universidad de Columbia en Nueva York).

Fig. 1. Fotografía tomada en una Campaña Oceanográfica. ¿Quién se apunta?

Tras la defensa de mi Tesis Doctoral, obtuve una beca Postdoctoral del Ministerio de Educación y Ciencia, para realizar investigación en la interacción de la oceanografía física con la oceanografía biológica, en el Lamont Doherty Earth Observatory de la Universidad de Columbia de la ciudad de Nueva York. Durante esta etapa de mi vida tuve acceso a tecnología de última generación para poder investigar como un fenómeno físico como es la existencia de un frente de plataforma, afecta a la producción primaria y por tanto a la cadena trófica. Pero, ¿qué es un frente de plataforma? La mejor manera de explicarlo es intentar visualizarlo. Sabéis que en el Atlántico Norte se encuentra la famosa Corriente del Golfo, tan empleada por los navegantes desde hace centenas de años, y que es responsable del clima tanto en Europa como en la costa este de América del Norte (Canadá y Estados Unidos de América). Pues dicha corriente, cuando va hacia el sur en el oeste del Atlántico Norte, y a una distancia de la costa donde el fondo marino empieza a tener mayor profundidad (lo que se conoce como borde de la plataforma continental), genera un fenómeno físico por el cual, aguas profundas más ricas en nutrientes, suben hacia profundidades menores donde existe suficiente luz para que las células del fitoplancton puedan realizar la fotosíntesis. De esta manera se produce una “fertilización” de las aguas superficiales. Para poder estudiar este fenómeno se emplearon desde colorantes que eran fluorescentes y se podía estudiar su dispersión por el mar, hasta sensores que enviaban datos y agua casi a tiempo real a la cubierta del barco oceanográfico, donde el grupo de científicos a bordo tomábamos numerosas variables para estudiar este efecto fertilizador.

Mientras estaba realizando mi estancia Postdoctoral en Nueva York, fui invitada a participar en una campaña en la cuenca Guaymas, en el océano Pacífico en la zona de Baja California, para estudiar el proceso de agregación pero en un ecosistema que se sustenta por un motor totalmente distinto al habitual: las fuentes hidrotermales profundas. Si normalmente en los ecosistemas marinos los eslabones más bajos de la cadena trófica comienzan con el fenómeno de la fotosíntesis, en el caso de las fuentes hidrotermales profundas el motor es la quimiosíntesis realizada por bacterias que son capaces de utilizar los compuestos químicos que lleva el agua de mar a muy elevadas temperaturas y que ha sido transformada y enriquecida al pasar cerca de zonas activas volcánicamente. La participación en esta campaña me permitió hacer algo extraordinario como fue bajar a 2100 m de profundidad en el batiscafo ALVIN y ver con mis propios ojos dicho ecosistema.

Pero mi actividad como científica marina ha continuado evolucionando y cuando me reincorporé a la comunidad científica en España, mi línea de investigación la enfoqué en una temática con un impacto claro en la sociedad en la que vivimos: las medusas. Dada mi experiencia en la oceanografía biológica, mi estudio sobre estos fascinantes organismos gelatinosos se realiza desde una perspectiva multidisciplinar, abordando la dinámica de poblaciones de estos organismos teniendo en cuenta desde los fenómenos meteorológicos, hasta los climáticos y oceanográficos.

La profesión de científica marina es apasionante. Requiere dedicación, esfuerzo y vocación. Es un trabajo que te permite realizar parte del mismo en el laboratorio, otra parte en salidas al mar, de corta duración o de semanas en campañas oceanográficas, y la mayor parte de tu tiempo te encuentras en tu mesa con tu ordenador estudiando los trabajos de otros investigadores, pensando en nuevas ideas, analizando tus propios resultados e intentando cristalizar tu investigación en publicaciones científicas que aporten nuevo conocimiento sobre el mar.

Laura Prieto Gálvez
Doctora en Ciencias del Mar
Investigadora Distinguida del Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC)

Escucha música mientras lees.


2 comentarios:

  1. muy buen artículo, me encanta!

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    1. Gracias Marina.
      Nos encanta que te guste.
      Lo puedes descargar entero en pdf.

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