miércoles, 17 de enero de 2018

Yo quiero ser Científico y Músico - Miguel A. Camblor

Y yo quiero ser...Científico y Músico
(Por Miguel A. Camblor)

Escucha música mientras lees, vete al final.

Cintas de Moebius de Grafeno en el Jardín Botánico

             No puedo evitar estar nervioso, a pesar de decenas de conciertos anteriores con diferentes bandas y en diferentes escenarios, mientras espero a mis compañeros de Within Experimental Error  (Fig. 1) en el Jardín Botánico de Madrid. Hoy es un concierto muy especial, aunque siempre lo sean: hoy actuamos en la Noche de los Investigadores, poniendo ritmo a un evento con una clara vertiente científica y divulgativa organizada por el CSIC. Debería estar en mi salsa, es ciencia y es música y yo participo en ambas, como público asistiendo a un encuentro con un neurocientífico y, encima del escenario, como miembro de la banda de Jazz, Funk y Rythm & Blues del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid [1]. Cuando por fin veo llegar a mis compañeros cargados con los instrumentos, me sorprende ver a Fito (Adolfo González Grushin, físico teórico, guitarrista, cantante, trompetista y showman) no solo relajado sino muerto de risa: “MSax, tengo una propuesta de colaboración: cintas de Moebius de grafeno. Tú las sintetizas y yo calculo las propiedades que tendrán. ¡A lo mejor nos dan el Nobel! Eso sí, lo difícil va a ser tu parte.”

Fig. 1. Logo de Within Experimental Error (W.E.E.)

La banda

             Durante cerca de siete años, esta banda que montamos sin muchísimas expectativas más allá de pasarlo bien Simone Fratini, físico teórico, bajista y contrabajista, y yo, químico experimental y saxofonista, creció y se consolidó, a pesar de continuos cambios en su formación motivados por la movilidad característica del personal investigador. Los doctorandos (Alex, Ainhoa, Fito, André, Marcos, Wagner, Álvaro G., Carlos y Fer) terminaron sus tesis y emprendieron la “aventura postdoctoral”, que es como llaman los cursis a salir al extranjero a buscarse la vida y seguir aprendiendo. Y los postdocs (Gladys y Luis) terminaron sus estancias y emigraron buscando un futuro. El propio Simone volvió a su instituto del CNRS en Grenoble, donde continúa una muy activa vida científica y musical.

Fig. 2. W.E.E. en CSIC Central, 13/07/2010
(Fer, Ainhoa, Gladys, Fito, Alex y Miguel)

             Para encontrar el tiempo, entre tesis y papers y experimentos y cálculos,  nos escapábamos a la hora de comer a un local de ensayos que pagábamos entre todos, muchas veces tomando un bocadillo durante el camino en lugar de la comida. Tocábamos en celebraciones de nuestro instituto y del CSIC Central, y también en fiestas privadas. En nuestros mejores momentos llegamos a sonar francamente bien. Nos entrevistaron en varias ocasiones y llegamos a tocar en vivo, batería incluida, en el programa de la cadena SER Carrusel de Verano, de Alberto Granados. Como norma general, causaba sorpresa una banda de músicos-científicos.

Ciencia y música

             ¿Por qué la sorpresa? Yo no lo sé, y no quiero pensar que, en general, se considere a los científicos gente distraída y despistada, encerrada en su torre de marfil, incapaz de dejar de pensar en electrones, pterodáctilos, números de oxidación, retículos endoplasmáticos, hipernovas y ecuaciones dificilísimas. Los ejemplos de músicos-científicos, o científicos-músicos, son tan abundantes que me da pereza siquiera relatarlos, aparte de que no quisiera dar la impresión de que pretendo compararnos con nadie. Pero habrá que mencionar unos pocos ejemplos, para sacudir el polvo a esas posibles concepciones tan alejadas de la realidad.

             Por ejemplo, diré que el gran William Hershel, entre otras cosas descubridor de los rayos infrarojos y de Urano, fue un multiinstrumentista virtuoso y un compositor muy reconocido antes de decidir dedicarse junto a su hermana Caroline, cantante soprano, a la astronomía. O que Alexander Borodin, uno de los compositores del Club de los Cinco, representantes del romanticismo nacionalista ruso, se ganaba la vida como profesor de química. O que Elgar, la quintaesencia de la música británica (hablamos, obviamente, de la etapa previa a los Beatles) era un gran aficionado a la química y tenía su propio laboratorio casero (The Ark), en el que desarrolló un aparato para la producción de sulfuro de hidrógeno que patentó y comercializó. Y que, si bien la pasión de Einstein por el violín es muy conocida, quizá no lo sea tanto que el padre de la física cuántica, Max Planck, era un consumado pianista que hubo de decidir en su juventud si se dedicaba a la música o a la física. Eso mismo sucedió a Ilya Prigogine, físico-químico estudioso de los sistemas complejos y de la termodinámica alejada del equilibrio. Y quizá se desconoce que el gran Fletcher Henderson tuvo que ganarse la vida como pianista, compositor, arreglista y líder de Big Band porque un químico y matemático, siendo negro, no tenía grandes oportunidades en la época y lugar en los que le tocó vivir. Terminó contribuyendo de una manera sobresaliente al desarrollo de la orquestación del Jazz, a la definición del género Swing y a la propia concepción de la Big Band.

             Pero los ejemplos no están solo en la música clásica o el Jazz: Brian May, guitarrista de Queen, es doctor en astrofísica y Mike Einziger, guitarrista de Incubus y Time Lapse Consortium ha cursado estudios de historia y filosofía de la física. Y en España  el músico Antonio Arias, de Lagartija Nick, y el astrónomo y agitador científico-cultural José A. Caballero, del Centro de Astrobiología (INTA-CSIC), han creado el proyecto “astro-musical” unitedsoundsofcosmos como instrumento de divulgación y educación, con participación de un gran número de músicos [2]. Otro ejemplo interesante es el de Ramón López de Mántaras, director e investigador del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial (IIIA) del CSIC. Ramón no solo es pianista y un gran aficionado al Jazz, además investiga, entre otras cosas, en la aplicación de la inteligencia artificial a la síntesis de música expresiva. El programa SaxEx del IIIA es capaz de generar interpretaciones de saxo tenor alegres o tristes, por ejemplo, a partir de una entrada de datos inexpresiva [3].

             En general, posiblemente se pueda decir que los científicos suelen tener un enorme aprecio por la música, incluso si no llegan a los extremos del físico V. F. Weisskopf, que decía que cuando la vida se pone difícil hay dos cosas que hacen que merezca la pena seguir viviéndola: Mozart y la mecánica cuántica. En la música hay claramente algo matemático, abstracto y racional, además de su capacidad para provocar un impacto emocional y sensitivo en el oyente. Según Leibniz, matemático, filósofo y teórico de la música y de la percepción tonal, el placer de la música es el placer de contar sin darte cuenta de que estás contando.  Y para Tim Gowers, matemático célebre, ganador de la medalla Fields (el “Nobel de Matematicas”) y pianista de Jazz, las matemáticas y la música manejan estructuras abstractas, así que si eres bueno en una no es extraño que seas bueno en la otra. Se ha argumentado también que el pensamiento creativo es transdisciplinar y transferible de un campo a otro [4], y que habilidades útiles para un músico (formación y reconocimiento de patrones, pensamiento analógico y analítico, imaginación y sensibilidad estética, gusto por la experimentación, búsqueda de lo original y novedoso, imaginación, perfeccionismo, inconformismo, espíritu crítico) lo son también en un científico.

             Mi conclusión es que lo sorprendente y difícil de entender es que cause extrañeza una banda de científicos, cuando los científicos músicos son legión. ¡Pero si incluso el bioquímico que acuñó el término “vitamina” se apellidaba Funk!

Música y zeolitas

             Yo trabajo con zeolitas, materiales cristalinos microporosos con muchas aplicaciones y propiedades muy interesantes y variadas. A través de sus poros, de tamaño similar a moléculas pequeñas, pueden difundir gases y reaccionar allí de una manera diferente a como lo harían en un espacio mayor. También se pueden separar mezclas de gases, o cambiar cationes (como el calcio del agua) por otros. Las zeolitas pueden ser ácidos sólidos que mantienes en la mano sin que te quemen. Pueden emplearse en una variedad enorme de aplicaciones, algunas tan peculiares como el acondicionamiento de campos de golf (con tecnología desarrollada por la NASA para la colonización del espacio), o la fabricación de barriles de cerveza que se enfrían solos. Pero sus campos de aplicación más importantes tienen que ver con la catálisis (promover que una reacción química se produzca de una determinada manera y produzca un determinado compuesto y no otro), la separación o purificación de gases (por ejemplo, obtención de N2 y O2 a partir del aire sin usar bajas temperaturas) y como aditivos para detergentes (ablandando el agua, es decir, cambiando Ca2+ y Mg2+ por Na+, para que se pueda formar espuma). Puedes pensar que es algo muy raro, y que se escribe raro [5], pero casi con seguridad tienes zeolitas cerca de ti. Por ejemplo, si en casa, en clase o en el trabajo tienes ventanas aislantes de las que tienen múltiples paneles de vidrio, o si usas detergentes de los llamados ecológicos, tienes zeolitas cerca.

Fig. 3. ITQ-7, una zeolita descubierta por el autor y su entonces estudiante de doctorado, el profesor y trompetista L. Å. Villaescusa.

             Conozco a unos cuantos músicos trabajando con zeolitas, incluyendo a varios de mis alumnos de doctorado (Luis Å. Villaescusa, aprendiz de trompetista, Alex Rojas, batería en WEE, Peng Jacky Lu, cantante). Pero, aparte de eso, no veo que haya ninguna relación entre música y zeolitas, aunque en una ocasión el cantautor Ricardo Cantalapiedra, encarnado en su alter ego Rocky Bolero, me dedicó una canción cambiándole la letra: ese lunar que tienes, zeolito lindo, junto a la boca... Mi dedicación a las zeolitas y a la música parecen ser proyectos independientes, aunque es verdad que siempre quise llevar una doble vida.

La música porque sí.

             Al final de aquella Noche de los Investigadores con la que abría estas páginas nos entrevistó una periodista de El Mundo, que publicó la noticia en su versión digital al día siguiente bajo el titular “La música por si acaso” [6]. ¿Por si acaso? Bueno, podría tener sentido, estábamos a finales de 2010, la crisis había llegado para quedarse e iba a golpear muy fuertemente a la ciencia en España, y al CSIC en particular, de una manera muy cobarde, cebándose en sus eslabones más débiles. De los 7 músicos que tocaron aquel día yo era el único con un puesto fijo. La inmensa mayoría de los cerca de 20 músicos-científicos, físicos y químicos, experimentales y teóricos, que pasaron por W.E.E. están hoy fuera del CSIC, fuera de España y de sus países de origen. Una auténtica diáspora científica. Solo tenemos un puesto estable en el CSIC los que ya lo teníamos antes de la crisis (Arturo, Álvaro B. y yo). Pero casi todos siguen, que yo sepa, en mayor o menor grado, en la ciencia y en la música, y no creo que ninguno estuviera en W.E.E. buscando una alternativa a nada. Era y sigue siendo la música y la ciencia porque sí, por vocación, porque es divertido y emocionante. Por último aclaro que, aunque se me ocurrió una mínima parte de una estrategia para sintetizar cintas de Moebius de grafeno, finalmente solo las “sinteticé” de papel.


Referencias y Notas:
[1] Within Experimental Error, the Jazz, Funk & R'n'B Band of the Institute of Materials Science of Madrid-CSIC http://www.icmm.csic.es/within-experimental-error/
[4] R. S. Root-Bernstein, Leonardo, Vol. 34, No. 1, pp. 63–68, 2001.
[5] “Zeolita” viene de dos palabras griegas, ζέω (zeo, hervir) y λίθος (litos, piedra): “piedra que hierve”. Por eso se escribe con zeta (zeo).
[6] C. Andreotti, La música por si acasohttp://www.elmundo.es/elmundo/2010/09/26/ciencia/1285511584.html
Miguel A. Camblor
Doctor en Ciencias Químicas
Profesor Investigación, Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid, CSIC

Escucha música mientras lees.


Walk Tall
Compuesto por Queen Esther Marrow, Jim Rein y Joe Zawinul
Interpretado por W.E.E. y emitido en directo en el programa de Alberto Granados Carrusel de Verano de la Cadena SER el 19 de Julio de 2009.
Técnicos de sonido: Jorge Martínez y Antonio Bravo
Batería: Fernando de Juan
Bajo: Simone Fratini
Guitarras: Wagner Oliveira da Rosa y Adolfo G. Grushin
Saxo: Miguel Camblor

Everybody Needs Somebody to Love
Compuesto por Bert Berns, Solomon Burke y Jerry Wexler
Interpretado por W.E.E. y emitido en directo en el programa de Alberto Granados Carrusel de Verano de la Cadena SER el 19 de Julio de 2009.
Técnicos de sonido: Jorge Martínez y Antonio Bravo
Batería: Luis Froufe
Bajo: Ainhoa Pardo
Guitarras: Wagner Oliveira da Rosa y Fernando de Juan
Saxo: Miguel Camblor
Voz: Adolfo G. Grushin
Coros: Simone Fratini


6 de Julio de 2023

Within Experimental Error V.2.0  ICMM-CSIC




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Capítulos más populares