Y yo quiero ser...Tecnólogo de Alimentos
(Por
José Vicente Gil Ponce)
La Tecnología de Alimentos en el origen de la civilización
Nuestra
especie tiene unos 100.000 años de antigüedad, apenas un suspiro desde que se
originó la vida en nuestro planeta hace al menos 3.800 millones de años. En ese
tiempo hemos crecido hasta ser más de 7.500 millones de personas, y todos
necesitamos alimentos. El principal aumento demográfico se ha producido en los
últimos dos siglos y ha ido acompañado de grandes avances en ciencia y
tecnología, cambiando como nunca antes, nuestra forma de relacionarnos,
trabajar o alimentarnos. Pero si tuviera que citar el avance de la humanidad
más relevante, el que probablemente ha hecho posible todos los demás, me remontaría
hasta hace unos 8.000 años y señalaría, sin dudarlo, a la agricultura. La
justificación es sencilla, la agricultura, junto con la ganadería, permitieron
al ser humano tener el control de las fuentes de alimentos, establecerse
alrededor de las zonas de cultivo y dedicar parte del tiempo a otras cuestiones
no directamente relacionadas con la obtención de alimento, como la filosofía,
la ciencia y el arte. En definitiva, la agricultura posibilitó la creación de
todas las culturas y civilizaciones y alcanzar las cotas de desarrollo
científico, tecnológico y artístico que tenemos en la actualidad. La prueba de
ello son las muchas civilizaciones que a lo largo de la historia han colapsado
cuando cayó su producción agrícola. Fue en ese instante, en el que el ser
humano se estableció en un lugar para producir su propio alimento, cuando
además de agricultor se hizo tecnólogo de alimentos.
De la materia prima al alimento
Ser capaz de
producir tu propio alimento acarrea nuevos retos que hay que solventar, los que
surgen al tratar de controlar y sacar buen rendimiento de los cultivos y los
animales de granja, protegiéndoles de plagas, enfermedades y condiciones
climatológicas adversas, y los que surgen de la necesidad de transformar y
conservar los alimentos obtenidos para consumirlos durante los periodos en los
que no hay producción. De mejorar y controlar los aspectos relacionados con la
producción de las materias primas, fundamentalmente vegetales y animales, se
encargan hoy en día ingenieros agrónomos y biotecnólogos. El trabajo del
tecnólogo de alimentos comienza en el instante inmediatamente posterior a la
cosecha en el caso de vegetales, del sacrificio en el caso de animales o
después de recolectar los productos de origen animal como la leche o los
huevos. Todo lo que les ocurre a las fuentes alimenticias, a partir de ese
momento y hasta que se convierten en los alimentos que se comercializan, es de
lo que se encarga la Tecnología de Alimentos y su objetivo básico es el de
proporcionarnos alimentos sanos, seguros y nutritivos (Fig. 1).
Fig. 1. La Tecnología de
Alimentos engloba todos los procesos que sufren las materias primas hasta
convertirse en alimentos, desde los menos procesados como la fruta, o la carne
fresca hasta los más procesados como las conservas, los precocinados o los
fermentados.
El tecnólogo
de alimentos debe, en primer lugar, conocer los alimentos, su composición y sus
propiedades, es decir, debe tener buenos conocimientos de Ciencia de los
Alimentos. La aplicación de estos conocimientos al tratamiento práctico de las
materias primas para convertirlas en los más variados productos alimenticios es
lo que conforma el trabajo del tecnólogo de alimentos.
Evitar el deterioro de los alimentos y algo más
Probablemente
una de las primeras cosas que aprendió el ser humano cuando comenzó a guardar
alimentos para su consumo en diferido, es que se estropean y que, en
consecuencia, disminuye su calidad y su seguridad hasta el punto de dejar de
ser comestibles e incluso ser causa de infecciones o intoxicaciones. Por eso,
las técnicas más básicas de conservación como el secado, la salazón o el
ahumado se empleaban en las más antiguas civilizaciones conocidas. Hoy en día
sabemos que el deterioro de los alimentos se debe al crecimiento de los
microorganismos y a ciertas reacciones químicas y bioquímicas. Así hemos
aprendido como detener o ralentizar estos procesos mediante la aplicación de
técnicas de conservación. Las más usadas se basan en la aplicación del calor o
del frío y en la deshidratación, existiendo múltiples variantes en función de
la intensidad de los tratamientos aplicados y los objetivos perseguidos. Estos
tratamientos se combinan a menudo con el control de la composición del alimento
mediante el uso de determinados ingredientes y aditivos conservantes y con las
diferentes formas de envasado, como el uso de atmósferas protectoras o al
vacío. El uso de una determinada técnica de conservación tiene como primera
consecuencia establecer cuál va a ser la vida comercial o vida útil del
alimento y, por tanto, condiciona también sus posibles usos comerciales. Todas
las técnicas de conservación pueden alterar, en mayor o menor medida, las
propiedades del alimento, por lo que es misión del tecnólogo de alimentos, elegir
la más apropiada para obtener un producto seguro, con la mayor calidad organoléptica
y nutricional y con un coste asumible. Las operaciones tecnológicas aplicadas
en la industria alimentaria pueden ser muy variadas tanto en sus objetivos como
en su complejidad y proporcionar desde un producto fresco para su consumo en
unos pocos días hasta los productos más procesados pero aptos para consumir
durante una expedición de varias semanas al Everest o para alimentar a los
tripulantes de la Estación Espacial Internacional.
Por otro lado,
los microorganismos no son siempre un problema, existen múltiples alimentos
fermentados en cuyo proceso de obtención participan activamente bacterias,
levaduras o mohos. Muchos de estos alimentos, como la cerveza, el pan o el
queso, aunque se elaboran desde hace milenios, siguen suponiendo en la actualidad
un campo muy activo de innovación tanto por la búsqueda y obtención de nuevos y
mejores microorganismos fermentadores, como por la generación de nuevos
productos fermentados. Además, en ocasiones, un alimento fermentado, como por
ejemplo un yogur, actúa como vehículo de microorganismos vivos que alcanzan
nuestro intestino y que desde hace más de un siglo se han relacionado con
propiedades beneficiosas para nuestra salud.
Producir una gran variedad de alimentos
Si un objetivo
básico de la Tecnología de Alimentos es garantizar la seguridad de los
alimentos que nos comemos, otro no menos importante es ofrecernos una gran
diversidad de productos que se puedan ajustar a las distintas necesidades y
coyunturas de la sociedad. Los cambios en los estilos de vida que se han dado
en los últimos años, fundamentalmente en los países desarrollados, han dado
lugar a nuevas demandas de calidad tanto organoléptica como nutricional, así
como a productos alimenticios con nuevos usos. Por otro lado, se debe mejorar
la oferta de alimentos para individuos con necesidades nutricionales
especiales, como por ejemplo los celiacos o los intolerantes a la lactosa. Para
responder a estas demandas actuales y futuras es y será imprescindible la
apuesta por la investigación, el desarrollo y la innovación en todas las
disciplinas relacionadas con la Tecnología de Alimentos. Esta es la vertiente
más creativa del tecnólogo de alimentos que, por un lado, debe estar en
contacto permanente con las demandas de la sociedad, incluso tratando de
anticiparse a ellas, y por otro, debe estar al tanto de los últimos avances en
ciencia y tecnología. Actualmente, por ejemplo, se investiga en nuevos sistemas
y materiales para el envasado de alimentos, nuevos procesos de conservación más
eficaces y con menor impacto en el producto y en el medio ambiente o la
generación de nuevos productos con mejoras nutricionales y saludables.
El futuro de la Tecnología de Alimentos
Las
necesidades de los países desarrollados son muy diferentes de las de los países
en vías de desarrollo y el reto de la Tecnología de Alimentos es tratar de dar
respuesta a todas ellas. Mientras en los países desarrollados se investiga en
aplicaciones basadas en la nanotecnología o en envases activos e inteligentes,
en los países en vías de desarrollo los retos sieguen siendo los más básicos,
como garantizar el suministro de alimentos sanos, seguros y nutritivos y
encontrar formas de enriquecer nutricionalmente y alargar la vida útil de los
alimentos. Para lograr abastecer a una población que se espera que alcance los
9.000 millones de personas antes del año 2.050, va a ser muy importante
aprovechar al máximo los recursos nutritivos de los alimentos, así como
encontrar y explotar nuevas fuentes de obtención de nutrientes como las algas o
los insectos.
Por otra
parte, estamos inmersos en un desafío en el que toda tecnología, incluida la
alimentaria, debe concebirse y aplicarse con la mirada puesta en reducir el
impacto medioambiental, desde la producción de las materias primas a su
transformación en alimentos más o menos procesados. En todos los rincones del
planeta los tecnólogos de alimentos trabajan para dar soluciones a todos estos
retos y avanzar en un mundo en el que, no lo olvidemos, gozamos actualmente de
la mayor variedad, calidad y seguridad alimentaria de nuestra historia.
José Vicente Gil Ponce
Doctor
en Ciencias Biológicas
Profesor Titular, Área de
Tecnología de Alimentos, Universitat de València
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La tecnología alimentaria es una actividad científica internacional e interdisciplinaria que puede estudiarse como carrera, con su correspondiente titulación, en ciertas universidades del mundo. Los licenciados trabajan con minoristas y fabricantes de alimentos en el desarrollo de nuevos productos, y se encargan de garantizar la seguridad y calidad de los alimentos producidos. Otros científicos y técnicos de la alimentación trabajan en institutos de investigación, universidades o grandes empresas, mientras que algunas de éstas trabajan para organismos internacionales y agencias y laboratorios controlados por los gobiernos, cuyo objetivo es garantizar que los productos alimentarios que consumimos sean nutritivos y seguros, y podamos disfrutar de ellos sin preocupación alguna de maquinaria de alimentación.
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